LA APUESTA SOCIALDEMÓCRATA DE RUBALCABA
El estrepitoso fracaso de las recetas neoliberales, basadas en la desregulación absoluta de la economía, debería haber dado alas a las propuestas progresistas. No obstante, a la vista está que por ahora el rotundo fracaso ultraliberal sólo ha favorecido el avance arrollador de las opciones más conservadoras. Baste recordar que hoy sólo cinco de los veintisiete gobiernos de la Unión Europea tienen al frente a un dirigente progresista. Contribuye a ello el notorio desconcierto de una socialdemocracia que se ha visto obligada a someterse al implacable dictado de unos mercados financieros que sólo representan los intereses de los bancos y los grandes fondos privados de inversión, que a pesar de todo lo sucedido en estos tres últimos años, siguen predicando las supuestas bondades de la desregulación de los mercados a nivel mundial, a la espera de obtener aún mayores beneficios en sus maniobras especulativas.
Los gobiernos socialdemócratas se han visto obligados a aceptar las imposiciones de los mercados financieros, renunciando a la aplicación de sus propias recetas económicas. Esto ha castigado en las urnas a la socialdemocracia europea, huérfana tanto de unas propuestas políticas solventes como de unos liderazgos creíbles. Todo ello ha convertido a los conservadores en el refugio de una ciudadanía desorientada, desconcertada y sobre todo temerosa ante la enorme magnitud de la primera gran crisis global de la historia.
De ahí el gran interés de la firme reivindicación socialdemócrata hecha por Rubalcaba en el acto de su proclamación pública como candidato socialista a presidente del gobierno de España. Su apuesta socialdemócrata está muy clara. El cada vez más evidente malestar ciudadano, germen de todo tipo de grupos radicales y alternativos que expresan la protesta ante una crisis de la que en modo alguno pueden ser responsabilizados, requiere sin duda respuestas rigurosas desde la izquierda. Y estas respuestas rigurosas únicamente pueden venir desde la socialdemocracia más clásica, en su adaptación actual a un mundo global.
Sin renunciar en modo alguno al gran legado de los gobiernos socialistas presididos por Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, de los que ha formado parte con importantes responsabilidades políticas, Rubalcaba reivindica ahora la socialdemocracia como única fórmula posible para la salida de esta crisis desde unas soluciones justas, esto es sin el desmantelamiento de nuestro todavía precario Estado del bienestar. Un desmantelamiento que viene impuesto ahora por los mercados financieros y que las derechas defienden a capa y espada, como estamos viendo no sólo en nuestro país sino en Europa entera, así como en Estados Unidos.
La apuesta socialdemócrata de Rubalcaba vuelve a las raíces del discurso del Partido Socialista Obrero Español y abre la puerta a un debate político de gran altura. Un debate ideológico con propuestas económicas enfrentadas. Frente a las propuestas neoliberales de Mariano, partidario de la desregulación económica y financiera, Rubalcaba presenta unas propuestas inequívocamente socialdemócratas, con la regulación necesaria de la economía, y por tanto también de los mercados financieros, mediante la rigurosa intervención del Estado en defensa de los intereses públicos.
Su discurso del candidato socialista es un giro a la izquierda, pero ni mucho menos a la radicalidad, como lo presentan algunos medios. ¿Es radical proponer un impuesto a los beneficios bancarios, restaurar el impuesto sobre el patrimonio para las grandes fortunas, rechazar el copago en Sanidad, luchar contra el abandono escolar, enfocar las universidades hacia la formación de emprendedores y no solo de funcionarios, o, en definitiva, requerir la igualdad de oportunidades para la que la educación es un factor determinante?
Es un giro hacia la coherencia y una restauración del relato socialdemócrata, al menos en lo que se refiere a unos principios orientadores que siguen siendo básicos y sostenibles. Rubalcaba pretende “escuchar, hacer y explicar”, tres cosas que siempre convienen y que no han brillado a la altura de las circunstancias durante este tiempo de inmersión en las aguas de la crisis. Salir al paso de los problemas de la ciudadanía con eficacia, progresismo, credibilidad y alejándose de la crispación es la única forma de que el Partido Socialista Obrero Español sume votos.
Sin embargo, el discurso de Rubalcaba ha servido para renovar con brío los ataques que desde la derecha mediática llenan portadas y columnas de opinión de manera asidua. Ya tienen tema para rato. Como era de esperar, ni un solo halago o idea sensata, con la salvedad, esta vez, de Ignacio Camacho, en ABC, que recuerda, algo que es por demás innegable: “el aspirante socialista cuenta con mejor valoración personal que el líder del PP”, como queda patente en la gran mayoría de las encuestas. Eso sí, precisa que el socialista carga “con un saco de ladrillos a cuestas” mientras su rival es el jefe de un partido “cuya imagen de marca se ha impuesto como alternativa de poder muy por encima de las cualidades” del candidato del PSOE.
José María Carrascal cree que “pese a presentarse como el hombre del futuro, lo que tiene Rubalcaba es un pasado que pesa como una losa”. El comunista de ABC no salva de la quema nada de la gestión política de Rubalcaba: “como ministro de Educación con Felipe González, produjo la generación de españoles peor formada de los últimos tiempos. Como ministro de Interior con Zapatero, estuvo en los dos puntos negros de esa legislatura: la negociación con ETA y el caso Faisán”, escribe Carrascal, que silencia los logros conseguidos durante los últimos años en la lucha contra la banda terrorista.
José María Carrascal cree que “pese a presentarse como el hombre del futuro, lo que tiene Rubalcaba es un pasado que pesa como una losa”. El comunista de ABC no salva de la quema nada de la gestión política de Rubalcaba: “como ministro de Educación con Felipe González, produjo la generación de españoles peor formada de los últimos tiempos. Como ministro de Interior con Zapatero, estuvo en los dos puntos negros de esa legislatura: la negociación con ETA y el caso Faisán”, escribe Carrascal, que silencia los logros conseguidos durante los últimos años en la lucha contra la banda terrorista.
En el marianista La Razón, José Antonio Vera apunta que “frente al discurso ruin y bolchevique de Rubalcaba, ahora reconvertido en nuevo rey de la ruina socialista, el presidente del Partido Popular plantea las auténticas reformas que necesita España”. Lo justo sería no tener que esperar seis meses para saber qué prefieren los españoles para su futuro”, afirma La Razón, que se hace eco de la exigencia del líder del PP de un adelanto electoral.
La Gaceta hace, también, su aportación con editorial y columna de su director, Carlos Dávila. Con el título: “Regreso a la demagogia” el diario de Intereconomia considera “una broma” que vaya a regenerar la política el portavoz del Gobierno de los GAL”, calificándolo como el “candidato del felipismo más rancio y más irregular”.
Desde Libertad Digital, aseguran que “Rubalcaba ha sido siempre un elemento dañino para España, por más que una cierta leyenda de gestor eficaz y político brillante, fabricada por la izquierda y asumida por la derecha, le acompañe como aval para haberse convertido en el candidato otoñal de un partido sumido en el más profundo de los descréditos”, afirma el periódico de Federico Jiménez Losantos.
Los periodistas deben criticar, pero no azotar a nadie. Un mal escritor puede llegar a ser un buen periodista, por la misma razón que un pésimo vino también puede llegar a ser un buen vinagre.
Jacinto Aroca
Jacinto Aroca
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