Manifiesto por el 9 de mayo de 2011, Día de Europa
La Unión Europea es una pieza fundamental para articular medidas y dar respuestas efectivas a los desafíos actuales, dentro y fuera de nuestras fronteras. La crisis económica y financiera internacional ha golpeado duramente al conjunto de la UE. Tras el rescate de Grecia, Irlanda o Portugal se ha demostrado que sin la acción coordinada, las consecuencias hubiesen sido catastróficas, no sólo para estos países, sino para el conjunto de la Unión. El establecimiento de diversas medidas de carácter permanente para salvaguardar la estabilidad financiera de la zona del euro ha supuesto un gran paso en el refuerzo de la Unión Económica y Monetaria, al que habrán de seguir otros.
Pero no se puede salir de la crisis de cualquier manera. Si la coordinación y el trabajo en conjunto es imprescindible para afrontar la crisis económica y financiera que recorre el mundo, los socialistas estamos convencidos de que según cómo hagamos frente a esta situación así será el futuro que nos espera a los más de 500 millones de europeos y europeas. Por eso, estamos empeñados en que esta crisis no la paguen los de siempre y que de las difíciles decisiones que ahora tomamos pongamos las bases para un nuevo modelo de crecimiento, más sólido y sostenible.
Otro de los retos acuciantes de la Unión Europea sigue siendo la gestión de los flujos migratorios. En este capítulo queda un largo camino por recorrer, como se ha puesto de manifiesto en la respuesta dada a la llegada masiva de inmigrantes del norte de África. En los últimos años, se han dado algunos pasos en la construcción de una verdadera política común de inmigración y asilo, pero a la luz de los últimos acontecimientos y ante el auge de la extrema derecha en gran parte del continente, sabemos que si no trabajamos de forma unida y comprometida, corremos el riesgo de desandar el camino y avanzar en una dirección contraria a los valores que inspiran el proyecto europeo.
La determinación y el compromiso de la UE para acompañar las legítimas aspiraciones democráticas que están recorriendo diversos países del Mediterráneo y Oriente Medio se ha puesto de manifiesto desde el primer momento. Las instituciones europeas han rechazado de plano la represión y la violencia y han brindado su apoyo a las reformas profundas en estos países, al tiempo que se han comprometido sin matices con la ayuda humanitaria. La Unión Europea debe erigirse como un actor útil en los procesos de democratización, desarrollo económico y social en la región.
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