UN CANDIDATO Y UN PROYECTO PARA EL PSOE
Si de mí dependiese el candidato perfecto sería Juan Fernando López Aguilar. Es un comunicador nato, tiene una agilidad mental increíble y tiene el carisma lo más parecido a Felipe González que cualquier otro. Está en una edad (50 años) intermedia entre Carme Chacón y Alfredo Pérez Rubalcaba. Tiene las ideas claras, tanto para unir a la militancia como para explicarse a los electores. Pero es eurodiputado, no está en el parlamento español y además no se presenta. Es una lástima, pero el 38 Congreso del PSOE en Sevilla es soberano y siempre puede decidir a última hora.
Independientemente de que el nuevo líder sea Chacón o Rubalcaba, el problema en sí ya no es el proyecto. El problema para el PSOE es tener cuadros de militantes preparados y formados para llevar la voz de los socialistas a todos los sectores sociales: en las universidades, en los medios de comunicación, en las asociaciones culturales y deportivas, en las asociaciones de vecinos, etc. El nivel básico, el municipal, es el que más debe cuidar el PSOE.
La sociedad española se declara mayoritariamente de izquierdas, pero piensa como la derecha. Aquí se incluyen a los militantes socialistas y a la militancia del resto de la izquierda. Es fácil comprobar que, salvo el lenguaje utilizado y la pasión por los colores, poca diferencia los separa de los militantes de derecha. El "chip" cultural implantado (machismo, consumismo, éxito rápido y fácil, y cuatro ideas básicas más) es renovado y reforzado constantemente por los medios de comunicación, que transmiten más ideología que informaciones veraces e imparciales. Los partidarios de la derecha no tienen que esforzarse mucho por explicar sus convicciones: asumen y refuerzan las ideas religiosas y las tradiciones como vector unificador, tienen como dios el éxito y el dinero, identifícan sus acciones políticas con los valores de cada región de forma excluyente (nacionalismo) y adoptan cualquier idea progresista (si es necesario) que no contradiga su sentido de la familia y de la propiedad privada.
En la izquierda lo tenemos más difícil porque participamos inconscientemente de esos valores culturales de la derecha, y nuestras bases ideológicas ya no parten de una reflexión propia sino más bien de la necesidad de pertenencia a un grupo afín a nuestras circunstancias personales y a nuestros deseos de ser reconocidos socialmente. Nuestros valores ecologistas, feministas o de solidaridad social, por ejemplo, lo mismo pueden ser asumidos por los de un color que por los de otro. Lo que nos hace diferentes, o nos debería hacer diferentes, es el sentido de la propiedad: a quién debe pertenecer y cómo se debe distribuir. Y esto, esencialmente, entra dentro del campo de la economía ( qué parte es propiedad privada y qué parte es pública o colectiva) que es la base históricamente hablando de cualquier ideología social o política.
El Partido Socialista debe tener claras sus bases ideológicas sobre todo en los temas económicos, que influye decididamente en los valores culturales (la forma de pensar y de ver las cosas). Se pueden tomar ideas de la derecha, como la derecha toma de la izquierda, pero sin olvidar los objetivos: "que nadie tenga tanto como para humillar a otros, ni que tenga tan poco como para verse doblegado a los demás", como diría Alfonso Guerra.
El problema de base, cuando se toma el poder, es tener que recurrir a tecnócratas (abogados, economistas, profesores, etc) formados en universidades e instituciones que repiten los esquemas tradicionales de la derecha sociológica. Esquemas implantados en su formación que tienden a perpetuar los valores culturales de la derecha. Por ejemplo: ante una crisis como la actual se renuncia a unas recetas que, sin ser de la izquierda, son próximas a la socialdemocracia (como las de Keynes), y se adoptan políticas monetaristas o neoliberales, más próximas a los intereses financieros internacionales y de la derecha más ultra que existe.
Es obvio que el debate y la búsqueda de nuevas ideas debe ser permanente entre "nuestros tecnócratas", y el mejor momento es cuando no se tienen responsabilidades de gobierno, cuando se está en la oposición. Crear escuelas o grupos de trabajo propios en este sentido debería ser tan importante como tener un líder o una líder con quien identificarse. La formación permanente dentro del partido socialista no debería quedar aquí, debería trasladarse a todos los niveles (principalmente municipales) con el objeto de adiestrar a los afiliados como líderes no solamente políticos sino sociales que interactúen entre la sociedad y el partido.
Es de cajón también que no podemos depender de los medios de comunicación ajenos a nuestras ideas para trasladar nuestro mensaje. La mayoría de ellos dependen, si no todos, de grupos empresariales que comulgan con otras ideas y su valor principal es el beneficio propio. Se hace necesario pues, contar con medios propios, principalmente locales, que trasladen nuestra voz oportunamente a sus destinatarios: propia militancia, simpatizantes, electores y población en general. Formar a todos los afiliados para que sepan debatir, utilizar boletines y nuevas tecnologías y dar argumentos a la población, como el que más preparado esté de los nuestros, debería ser labor prioritaria y, repito de nuevo, permanente de la organización socialista.
Las bases ideológicas y las ideas son una discusión permanente en la izquierda. Reactivar esa discusión a nivel internacional, resucitando la Internacional Socialista, es otra tarea fundamental para no quedarnos anquilosados en el pasado. El avance de las ideas neoconservadoras o neoliberales en el mundo ha tenido mucho que ver con la formación y la utilización de los medios de comunicación. El avance de la ultraderecha en Europa, como se ha demostrado en la última década, ha tenido mucho que ver con la utilización sistemática de las nuevas tecnologías, como internet. Rearmar la izquierda bajo ese prisma, a nivel internacional, es utilizar la formación, la comunicación y las nuevas tecnologías de forma sistemática para neutralizar estas ideas ultraconservadoras y hacer avanzar las nuestras. Nos evitaríamos la "presión de los mercados" como excusa, por parte de conservadores como la Merkel, para recortar el Estado de Bienestar.
Es un trabajo a largo plazo (como el que han hecho los neoliberales) pero cundirá en las siguientes generaciones, nuestros objetivos no son solo para beneficio de las generaciones actuales. Formación para tener argumentos, prensa y propaganda para que se escuche nuestra voz, y un programa abierto de trabajo para desarrollar ideas. Los líderes surgirán de forma natural cuando se deba tomar responsabilidades ante la sociedad. Esto debe ser prioritario para reactivar la militancia socialista y ganar seguidores para nuestra causa.
Por eso no me preocupa el líder, mientras sepamos darle prioridad al debate abierto, sin miedos y sin complejos, y a la formación permanente de los militantes como futuros líderes sociales y políticos. Serían los "agentes de ventas" en el lenguaje comercial.
Eso es lo que ha fallado en el PSOE, junto a la renuncia temporal de nuestros principios por exigencias externas cuando se gobernaba y no haber sabido explicar esa "renuncia temporal". Los militantes éramos ajenos a esos cambios, no estábamos preparados para dar explicaciones en la calle y tampoco sabíamos cuál era nuestro papel salvo el de "aplaudidores cabreados", pero aplaudidores.
El medio (el militante) es el mensaje.
Independientemente de que el nuevo líder sea Chacón o Rubalcaba, el problema en sí ya no es el proyecto. El problema para el PSOE es tener cuadros de militantes preparados y formados para llevar la voz de los socialistas a todos los sectores sociales: en las universidades, en los medios de comunicación, en las asociaciones culturales y deportivas, en las asociaciones de vecinos, etc. El nivel básico, el municipal, es el que más debe cuidar el PSOE.
La sociedad española se declara mayoritariamente de izquierdas, pero piensa como la derecha. Aquí se incluyen a los militantes socialistas y a la militancia del resto de la izquierda. Es fácil comprobar que, salvo el lenguaje utilizado y la pasión por los colores, poca diferencia los separa de los militantes de derecha. El "chip" cultural implantado (machismo, consumismo, éxito rápido y fácil, y cuatro ideas básicas más) es renovado y reforzado constantemente por los medios de comunicación, que transmiten más ideología que informaciones veraces e imparciales. Los partidarios de la derecha no tienen que esforzarse mucho por explicar sus convicciones: asumen y refuerzan las ideas religiosas y las tradiciones como vector unificador, tienen como dios el éxito y el dinero, identifícan sus acciones políticas con los valores de cada región de forma excluyente (nacionalismo) y adoptan cualquier idea progresista (si es necesario) que no contradiga su sentido de la familia y de la propiedad privada.
En la izquierda lo tenemos más difícil porque participamos inconscientemente de esos valores culturales de la derecha, y nuestras bases ideológicas ya no parten de una reflexión propia sino más bien de la necesidad de pertenencia a un grupo afín a nuestras circunstancias personales y a nuestros deseos de ser reconocidos socialmente. Nuestros valores ecologistas, feministas o de solidaridad social, por ejemplo, lo mismo pueden ser asumidos por los de un color que por los de otro. Lo que nos hace diferentes, o nos debería hacer diferentes, es el sentido de la propiedad: a quién debe pertenecer y cómo se debe distribuir. Y esto, esencialmente, entra dentro del campo de la economía ( qué parte es propiedad privada y qué parte es pública o colectiva) que es la base históricamente hablando de cualquier ideología social o política.
El Partido Socialista debe tener claras sus bases ideológicas sobre todo en los temas económicos, que influye decididamente en los valores culturales (la forma de pensar y de ver las cosas). Se pueden tomar ideas de la derecha, como la derecha toma de la izquierda, pero sin olvidar los objetivos: "que nadie tenga tanto como para humillar a otros, ni que tenga tan poco como para verse doblegado a los demás", como diría Alfonso Guerra.
El problema de base, cuando se toma el poder, es tener que recurrir a tecnócratas (abogados, economistas, profesores, etc) formados en universidades e instituciones que repiten los esquemas tradicionales de la derecha sociológica. Esquemas implantados en su formación que tienden a perpetuar los valores culturales de la derecha. Por ejemplo: ante una crisis como la actual se renuncia a unas recetas que, sin ser de la izquierda, son próximas a la socialdemocracia (como las de Keynes), y se adoptan políticas monetaristas o neoliberales, más próximas a los intereses financieros internacionales y de la derecha más ultra que existe.
Es obvio que el debate y la búsqueda de nuevas ideas debe ser permanente entre "nuestros tecnócratas", y el mejor momento es cuando no se tienen responsabilidades de gobierno, cuando se está en la oposición. Crear escuelas o grupos de trabajo propios en este sentido debería ser tan importante como tener un líder o una líder con quien identificarse. La formación permanente dentro del partido socialista no debería quedar aquí, debería trasladarse a todos los niveles (principalmente municipales) con el objeto de adiestrar a los afiliados como líderes no solamente políticos sino sociales que interactúen entre la sociedad y el partido.
Es de cajón también que no podemos depender de los medios de comunicación ajenos a nuestras ideas para trasladar nuestro mensaje. La mayoría de ellos dependen, si no todos, de grupos empresariales que comulgan con otras ideas y su valor principal es el beneficio propio. Se hace necesario pues, contar con medios propios, principalmente locales, que trasladen nuestra voz oportunamente a sus destinatarios: propia militancia, simpatizantes, electores y población en general. Formar a todos los afiliados para que sepan debatir, utilizar boletines y nuevas tecnologías y dar argumentos a la población, como el que más preparado esté de los nuestros, debería ser labor prioritaria y, repito de nuevo, permanente de la organización socialista.
Las bases ideológicas y las ideas son una discusión permanente en la izquierda. Reactivar esa discusión a nivel internacional, resucitando la Internacional Socialista, es otra tarea fundamental para no quedarnos anquilosados en el pasado. El avance de las ideas neoconservadoras o neoliberales en el mundo ha tenido mucho que ver con la formación y la utilización de los medios de comunicación. El avance de la ultraderecha en Europa, como se ha demostrado en la última década, ha tenido mucho que ver con la utilización sistemática de las nuevas tecnologías, como internet. Rearmar la izquierda bajo ese prisma, a nivel internacional, es utilizar la formación, la comunicación y las nuevas tecnologías de forma sistemática para neutralizar estas ideas ultraconservadoras y hacer avanzar las nuestras. Nos evitaríamos la "presión de los mercados" como excusa, por parte de conservadores como la Merkel, para recortar el Estado de Bienestar.
Es un trabajo a largo plazo (como el que han hecho los neoliberales) pero cundirá en las siguientes generaciones, nuestros objetivos no son solo para beneficio de las generaciones actuales. Formación para tener argumentos, prensa y propaganda para que se escuche nuestra voz, y un programa abierto de trabajo para desarrollar ideas. Los líderes surgirán de forma natural cuando se deba tomar responsabilidades ante la sociedad. Esto debe ser prioritario para reactivar la militancia socialista y ganar seguidores para nuestra causa.
Por eso no me preocupa el líder, mientras sepamos darle prioridad al debate abierto, sin miedos y sin complejos, y a la formación permanente de los militantes como futuros líderes sociales y políticos. Serían los "agentes de ventas" en el lenguaje comercial.
Eso es lo que ha fallado en el PSOE, junto a la renuncia temporal de nuestros principios por exigencias externas cuando se gobernaba y no haber sabido explicar esa "renuncia temporal". Los militantes éramos ajenos a esos cambios, no estábamos preparados para dar explicaciones en la calle y tampoco sabíamos cuál era nuestro papel salvo el de "aplaudidores cabreados", pero aplaudidores.
El medio (el militante) es el mensaje.
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