PONGÁMONOS YA A TRABAJAR

Yo, como muchos de mis compañeros socialistas, militantes de base, trabajadores incansables por y para el partido, pese a no estar en nómina, nos sentimos desconcertados. Padecemos una terrible desorientación.

Desde hace más de un año, nuestro gobierno con José Luis Rodríguez Zapatero a la cabeza, empujado por los mercados, los especuladores y la derecha que maneja la Unión Europea, se ha visto obligado a realizar recortes, ajustes y reformas que en su mayoría han recaído sobre la clase trabajadora. Hemos sido pacientes, responsables, comprensivos y hasta un poco ingenuos y hemos consentido e incluso disculpado todas estas acciones en pro del bien común.

Durante el pasado mes de agosto, hemos tolerado primero la visita del papa a España, no como Jefe del Estado Vaticano, sino como líder de una de las Iglesias del mundo, pero que ha sido en exceso agasajado y consentido por nuestro Gobierno, que no olvidemos apostaba por la laicidad de las instituciones. Después hemos visto como se llevaba a cabo una reforma de la Constitución, pactada con el Partido Popular, para introducir una medida de control del déficit. Reforma hecha deprisa y corriendo, por la puerta de atrás, sin la participación ciudadana y con serias dudas sobre su utilidad real. Finalmente, hoy viernes se prevé que se apruebe en el Consejo de Ministros un contrato de formación ¡hasta los 30 años!, la vuelta a la concatenación infinita de contratos temporales.

Pese a todo ello, considero al igual que Stéphan Hessel, principal inspirador del 15 – M que hay motivos más que suficientes para votar en contra del Partido Popular.

Ha sido la presencia de un gobierno socialista en La Moncloa la que ha permitido que en España, que pese a la brutal crisis, consecuencia de las irresponsables políticas neoliberales aplicadas durante largos años de hegemonía de derechas en Europa y EEUU, se tomaran las decisiones necesarias para cumplir unos requisitos condicionados por la propia crisis, sin romper del todo, con el Estado de Bienestar. Medidas, como el Plan E, que han permitido que, en periodos de alarmante destrucción de empleo, cientos de miles de personas accedieran a un puesto de trabajo en los peores momentos de la crisis. Decisiones que, además, están dejado al Estado en condiciones óptimas para aplicar en la próxima legislatura el programa de las bases socialistas, representadas y lideradas, sí, por Alfredo Pérez Rubalcaba.

Los discursos de Rubalcaba en Madrid y Mérida parecen haber dejado ese sabor en la militancia socialista. El nuevo proyecto socialista pasa necesariamente por recuperar no sólo el discurso de lo posible, sino la iniciativa para llevarlo a la práctica en el momento que más necesario es.

Rubalcaba ha entendido que hay que escuchar a la ciudadanía, que es donde está la militancia del Partido Socialista Obrero Español, para abordar el proyecto de izquierdas que los ciudadanos están demandado. Una nueva forma de gobernar, en la que las normas las dicten los parlamentos y los gobiernos, y no los mercados.

Cuando la economía cambia de rumbo se hace necesario repensarla, y no sacrificar los avances de más de cien años para poder seguir pagando un sistema que se ha mostrado fracasado.
Los votantes acusamos graves síntomas de agotamiento, estamos hartos de pagar más de lo que podemos gastar, mientras una pequeña élite no pierde un sólo privilegio y exige a los estados que mantengan su estatus.

Como bien ha dicho Rubalcaba, no se puede seguir así, y ha llegado el momento de que los que más tienen ayuden. No al revés. Una nueva forma de gobernar. Una en la que, se esté en la situación que se esté, el marco de convivencia garantice unos mínimos comunes que no sean discutibles.

Un acceso universal a una educación igualitaria en la que la competencia entre personas sea en igualdad de condiciones. Una sanidad pública de máxima calidad en la que los únicos objetivos sean la salud y la máxima calidad de vida. Una política de vivienda en la que nadie permanezca sin un techo digno. Un mercado laboral responsable en una cultura empresarial solidaria, en la que primen los principios de productividad y crecimiento por encima del simple beneficio económico. Una sociedad en la que el descanso y el ocio también estén contemplados como un derecho.

Es lo que las bases socialistas y una gran mayoría de ciudadanos llevamos reclamando muchos años. Tras la crisis que hemos tenido que sufrir y cuyas consecuencias aún estamos pagando, todos sabemos que ha llegado el momento de dar comienzo a una nueva era de la Política, más participativa y pensando en los ciudadanos a largo plazo. Una en la que la dictadura de los mercados está llamada a dejar paso a la democracia real.

El camino no es fácil. La derecha se ha hecho dueña de los tiempos y ha conseguido que su estrategia de confusión cale hasta en las capas sociales más desfavorecidas. Se quieren presentar como los únicos salvadores. Mientras en la izquierda se ha perdido la batalla de la comunicación y se nos presenta como la enfermedad y no como el antídoto. Y no nos engañemos, el antídoto sólo puede estar en las políticas de izquierda. Hay mucho trabajo por hacer para que esto se entienda mayoritariamente. Hace bien Rubalcaba escuchando a las bases del PSOE y abriendo la puerta para que su proyecto de futuro se alimente de la opinión de los ciudadanos.

Por ello, ante las próximas elecciones del 20 – N, pido a todo aquél que se sienta indignado, que haga suyo el consejo de Hessel “No todos los partido son iguales, no es lo mismo votar a Rubalcaba que a Mariano. No es igual que el presidente del Gobierno de España sea un socialdemócrata que lo sea el líder de la derecha extrema”.

La batalla no va a ser fácil … ¡A PELEAR!

Jacinto Aroca