CARTA DE UN INDIGNADO SOCIALISTA

Un mes y cuatro días después de que emergiera, el Movimiento del 15-M, también llamado Democracia Real o los indignados, ha quedado muy claro que semejante movilización cívica no debe calificarse en absoluto como una frivolidad más o menos pasajera. Tampoco es fruto de una irresponsabilidad al uso, ni menos aún se trata de un colectivo de desalmados o de terroristas.

En muy poco tiempo, lo cierto es que este movimiento ha logrado cuajar en la sociedad de manera fulminante. Han marcado territorio en toda España, fundamentalmente en las grandes ciudades.

También se ha cometido, sin embargo, graves errores dando la impresión de que podían compararse en cierto modo a los kale borroka. Su aureola de pacifismo se tambaleó seriamente ante el Parlamento catalán.

La imagen del Movimiento 15-M, hasta entonces más bien positiva, se resquebrajó, a pesar de su firme condena a la violencia. Ayer domingo, la manifestación y la concentración en Sol, en Barcelona y en otras localidades, transcurrió con normalidad y sin incidentes.

Los medios amarillos, que son casi todos vinculados a Génova 13, los han menospreciado, descalificado e insultado, como acostumbran. El sábado en La Noria, el terceto conservador, Isabel Durán, Alfonso Rojo y Carlos Parri (éste, diputado del PP catalán), ejercieron de severos inquisidores interrogando obsesivamente a Noelia Moreno, como si fuera un hereje, que es una de las integrantes del Movimiento 15-M.

Ha llegado la hora de que la cúpula del PSOE, siguiendo de alguna manera la iniciativa de Tomás Gómez, líder del PSM ponga en marcha los dispositivos que hagan posible el contacto entre unos y otros. El Partido Socialista no debe estar al margen de un proyecto respetable, basado de hecho, en la izquierda y en el progresismo, aunque cada cual los interprete a su manera, sin importarnos cuanto la derecha reaccionaria pudiera decir.

Porque por encima de las bajezas populares, el PSOE no tiene porqué arrugarse o quedarse mirando hacia atrás y no hacia delante. El Movimiento 15-M no es precisamente el pasado, sino probablemente el futuro. Como socialista y a su vez como indignado, estoy seguro que hay muchas más cosas que nos unen, que nos separan. Por eso, soy de los que piensan que hay que abrir una puerta al diálogo.

Los hechos violentos de Barcelona no puede ocultar ni echar en el olvido lo que realmente motivó la movilización de millones de ciudadanos “indignados”con un acontecer intolerable.

Me da igual que puedan opinar de mis comentarios mis compañeros de Partido. Me da lo mismo lo que piense la cúpula del PSOE. Lo que creo realmente al respecto es que las miles de personas, todas ellas cabreadas y muchas desesperadas, no pidimos lo imposible.

Este movimiento ha dejado al descubierto las imperfecciones del sistema que si quiere sobrevivir en sí mismo no tendrá más remedio que, depurar a mejor el sistema democrático; acabar con la corrupción, crear puestos de trabajo, terminar con las beneficios y ventajas de una clase política que en buena parte no nos representan.

Defiendo su causa que es la de todos, siendo consciente que políticamente no es lo correcto. Pero no puedo sino saludar esa sentada valenciana ante un Parlamento autonómico cuajado de presuntos corruptos. ¿Está tan difícil entender esto?

¿Qué podemos hacer frente gobiernos que no cumplen aquello que prometieron? ¿Y ante una mayoría parlamentaria que en nombre de la soberanía popular apoya políticas que son profundamente impopulares y que no tienen apoyo entre la mayoría de la población?

La respuesta no puede ser nada. ¿Esperar hasta dentro de cuatro años y entonces votar por otros partidos? ¿Esto es lo que se entiende por democracia y por soberanía popular? Es lógico, es comprensible y es sano para una democracia, que la población no lo acepte.

Por su parte, la derecha mediática insiste en responsabilizar al Gobierno, y especialmente, como no podía ser de otra manera, a su promisorio candidato, Alfredo Pérez Rubalcaba, del movimiento 15-M. 'ABC', 'La Razón' y 'La Gaceta' coinciden en hablar de una supuesta "táctica" que estaría desarrollando el PSOE para afear el triunfo de los ‘populares’ en 2012 y preparar el terreno a la oposición de izquierdas que vendrá: “crispada y violenta”.

ABC, en su editorial “La crispación de la izquierda” afirma que “la benevolencia con la que han sido tratados -los ‘indignados’- les ha permitido actuar como si fueran representantes del estado de malestar en la sociedad”. Es una forma de tensión como táctica electoral, similar a la que defendía un descuidado Rodríguez Zapatero a micrófono abierto. Es otra vez la crispación de la izquierda en las calles”, dice el editorial de ABC, para el que huelgan los comentarios.

En ABC, también, Antonio Burgos compara el movimiento democrático y espontáneo del 15-M con los “mítines de repudio” que se sucedieron en Cuba en la década de los años 80, contra los cubanos que se marchaban al exilio, cuando la dictadura castrista propició y amparó actos de violencia.

En La Razón, Ángela Vallvey titula: “Uncronía indignada” y asegura que “el socialismo español le hace guiños al famoso 15-M”, ignorando que fue este sábado el PP, a través de su portavoz, Esteban González Pons, quien prometió “escucharles y atenderles”. Según Vallvey, los indignados “agreden a políticos no socialistas”. Están frescos en la memoria los gritos y acoso contra los conselleres del PSC mientras entraban en el Parlament o contra representantes de otros partidos catalanes, como ICV.

También en el diario marianista, José María Marco califica el movimiento 15-M de “estupidez”. “Uno de los elementos menos comentados de todo este asunto -escribe- es la infinita, la insondable oleada de estupidez que se nos ha venido encima”.

Carlos Dávila, en La Gaceta, se centra en Alfredo Pérez Rubalcaba, “un ministro –dice- que actúa así, dejando que los indignados absolutamente ilegítimos campen como desechos ambulantes, o es un agente tóxico en sí mismo o trabaja como decantador de los agentes tóxicos a los que tolera o incluso ampara”. Según susodicho personaje, Rubalcaba da “todas las facilidades del mundo” a los ‘indignados’ “para que no se apacigüe ni por un momento esta protesta. Y es que –continúa el autor- “un malpensado podría pensar, y seguramente acertará, que al PSOE de Rubalcaba estas turbamultas le vienen de perillas”.

“¿Qué es lo que se está preparando?”, pregunta el director de La Gaceta, que a sí mismo se responde: “Alguien ha pensado que el deterioro va a nublar la previsible victoria del Partido Popular en las próximas elecciones. Hoy mismo, domingo ya estival de Madrid, la capital tendrá que soportar nada menos que cinco manifestaciones de los supuestos indignados”.

Quiero finalizar, denunciando los actos violentos ocurridos la semana pasada en Cataluña, hechos absolutamente lamentables. El desorden público desacredita -y la derecha está feliz con ello-, a un movimiento que no tiene nada de peligroso”. Los indignados debemos seguir como hasta ahora; sin olvidar que cualquier exceso y cualquier tipo de violencia va contra nosotros. Los socialistas, no debemos creernos poseedores de la verdad absoluta, no debemos olvidar nuestros orígenes. Tenemos la obligación de escucharles, de atender sus reivindicaciones y sobre todo de respetarles.

Jacinto Aroca