jueves, 8 de septiembre de 2011

SI A LA SOCIALDEMOCRACIA

Alfredo Pérez Rubalcaba se va acercando paulatinamente a la velocidad de crucero. Calentó motores el mes de agosto y ahora da la impresión de que ha empezado a pisar el acelerador.

Rubalcaba presentó el pasado martes ante los diputados y los senadores del Partido Socialista Obrero Español, las líneas maestras de su documento marco. Ha apostado por la socialdemocracia clásica. Ha anunciado que defiende los impuestos a las grandes fortunas y a los bancos. Ha dado en el quid de la cuestión: “Los que necesitan protección no son los más ricos, sino lo que menos tienen”. ¿Quiénes son los que proponen “bajar los impuestos y en paralelo mantener las políticas sociales”? Son Mariano y sus secuaces que se dedican, en general y con cierto regocijo, a tomar el pelo a la ciudadanía. Para ellos, el más fuerte, vence al más débil. Ellos no creen en la cohesión social.

Rubalcaba engrandece la igualdad de oportunidades y el fortalecimiento del Estado del Bienestar. Arremete contra quienes atacan y desprestigian la enseñanza pública. Elogia con firmeza la sanidad pública, rechaza la fórmula del copago y desautoriza las pseudo privatizaciones. Mantener los servicios públicos, debe ser el programa socialista, asegura Rubalcaba. Mariano por su parte, declara compartir las medidas impuestas por la emperatriz de la Mancha, la todo poderosa Cospedal. Esto es un claro indicador de lo que ocurrirá en España con un gobierno popular.

Mariano ha pedido “el apoyo de todos”, advirtiendo que “será muy difícil salir de esta crisis y que no tiene una varita mágica”. También ha subrayado que, si llega a la Moncloa, actuará como presidente “desde el diálogo, la centralidad y la concordia”. ¿Alguien puede creerse lo que ha proclamado Mariano? ¿Pero cómo puede pedir ahora “el apoyo de todos”? No lo olvidemos que en los últimos tres años ha negado el auxilio al Gobierno presidido por Zapatero. Mariano carece de autoridad moral y de autoridad ética como para hacerse el humilde demandando ayuda a todos. El PP negó en la práctica, una y otra vez, respaldar a Zapatero.

Lo que si que hizo Mariano y sus debotos fue poner a Zapatero a caldo, insultándolo y humillándolo sin escrúpulos. Mariano y los suyos, repitieron hasta la saciedad que el máximo culpable de la crisis era Zapatero. Que se vaya cuanto antes, propagaban a los cuatro vientos. Lo que necesitan los españoles es un cambio de Gobierno, clamaban. Los socialistas han hundido nuestra economía y han logrado el record de parados, insistían. Un Gobierno popular, presidido por Mariano, sería reiteraban constantemente, el principio del fin de la crisis.


Pero más allá de los errores que haya cometido Zapatero, la verdad es bien diferente a la demagogia barata. La crisis no sólo no ha desaparecido de país alguno, sino que sus zarpazos continúan siendo cada vez más peligrosos. Sirva como dato que la mayor economía del planeta Estados Unidos, no ha sido capaz de crear ni un solo empleo neto durante el pasado mes de agosto.


Y ahora que Mariano se ve ya en la Moncloa, nos cuenta que él no tiene una “varita mágica”. Tampoco la tuvo Zapatero y entonces Rajoy lo machacaba por tierra, mar y aire. Nadie ha tenido ni tiene en todo el orbe cristiano conocido una “varita mágica” para triturar la crisis. Cayó el Gobierno portugués de José Sócrates, empujado a patadas por la derecha lusa. El actual primer ministro conservador, Pedro Passos Coelho, observa impotente cómo no ha habido milagro alguno. Ni siquiera en Fátima.


Están instaurados en la máxima de cuanto peor vayan las cosas, mejor les irá a ellos. Tras los resultados electorales del pasado 22 de mayo, una euforia conservadora envuelve al Partido Popular. Preocupa en cambio, no la falta de apoyo al gobierno de la nación, sino la nostalgia de la dictadura que se está extendiendo entre sus militantes y simpatizantes. Inquieta ver como los promotores de evocar el régimen surgido de un sangriento golpe de Estado, son fervorosos militantes y votantes asiduos de la derecha española. Sirva a modo de ejemplo los siguientes sucesos:


En Horcajo de Santiago, localidad conquense, el alcalde que es del PP ha recogido firmas para rehabilitar al fundador de la Falange, José Antonio Primo de Rivera, cuyo nombre de nuevo podrá verse pronto en una de las calles del pueblo. En Méntrida (Toledo) impulsado por el alcalde, también del Partido Popular, se ha celebrado un homenaje a la bandera española y a los caídos por Dios y por España. Recientemente, otro alcalde popular de Poyatos del Hoyo (Ávila), se dedicó a destrozar y a desmantelar la tumba de represaliados por los franquistas. Otro caso sonado ha sido el de la alcaldesa popular de San Sebastián de los Ballesteros, en Córdoba, quien se negó en rotundo a realizar un monolito a los fusilados del franquismo en el cementerio municipal y que estaba comprometido por la anterior corporación.


Las declaraciones de sus máximos representantes, son más preocupantes aún si cabe. El guardián de las cloacas genovesas, González Pons, recientemente a afirmado con rotundidad que el “Partido Popular apoya a Xavier García Albiol”, alcalde de Badalona que ha declarado ante los Juzgados, por una denuncia de xenofobia por distribuir panfletos en los que se vincula inmigración con delincuencia. Por su parte Alicia Sánchez – Camacho, presidenta del PP de Cataluña, quien participó con susodicho personaje en la entrega de estos panfletos, ha asegurado que su partido no se avergüenza de incorporar discursos xenófobos en su proyecto.


Por todo ello, más de la mitad de los votantes españoles dicen en las encuestas que quieren defender la igualdad de derechos y oportunidades a toda la población independientemente de su procedencia económica y social. Las encuestas lo vienen diciendo una tras otra. Si a los ciudadanos se les pregunta directamente elegir entre Mariano y Rubalcaba, el candidato socialista gana sin excepción. Y eso es lo que está defendiendo el candidato Rubalcaba aunque francamente se lo están poniendo difícil. Muy difícil. A partir de ahora y hasta el 20-N es decisivo que los mensajes socialdemócratas de Rubalcaba lleguen a la opinión pública y también a la publicada. No hay color. España se merece un presidente socialdemócrata y no un neoliberal de cartón piedra.

Jacinto Aroca





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