SENSACIONES DE UN SIMPATIZANTE SOCIALISTA

Desde que un 28 de Febrero de 1.977 pasé por la primera sede socialista que se abrió al público en la calle Cirilo Amorós de Valencia, recién legalizado el PSOE en España, ha llovido mucho en este país. No voy a contar mi vida ni justificar mis entradas y salidas de la organización socialista, pero me parece muy conveniente hacer unas pequeñas reflexiones sobre las sensaciones agridulces que en algún momento sienten los simpatizantes, militantes y afiliados socialistas cuando las situaciones son adversas.

La situación de crisis económica y el elevado número de parados , teniendo nuestro partido responsabilidades al frente del Gobierno de España, nos convierte en blanco de las críticas y de la ira fácil de los descontentos por su propia situación personal. Esa es una situación adversa en la que, además de sufrir los mismos problemas que cualquier ciudadano, tenemos que ejercer de chivos expiatorios por las decisiones que tomen , acertadamente o no, nuestros compañeros de partido con responsabilidades de gobierno. Sea en un municipio o en el gobierno de la nación.

Me acuerdo que al principio de la democracia la mayoría de los que nos rodeaban competían por ser más de izquierdas y más rojos que cualquiera que apoyase al PSOE en aquel momento. El PSOE era tildado despectívamente como “socialdemócrata”. Esos mismos que nos “despreciaban” por pertenecer o ser simpatizantes del PSOE entonces, con los años nos han pasado por la derecha e incluso algunos se han ido de una situación extrema de izquierdas a otra extrema de derechas sin pasar por el centro. En algunos casos, la justificación ha sido una ligera mejoría económica y de status social que les ha permitido cambiar de casa y poner un negocio.

He conocido gente que tan sólo un par de años antes de ingresar (ellos ) en el PSOE, para luego presentarse a algún cargo público, me preguntaban con burla “¿Qué haces tú en un partido “socialdemócrata” como el PSOE? . Años después yo les preguntaba lo mismo y la respuesta era digna de un “político” profesional, que igual puede estar en el PP que en el PSOE sin que se les mueva una sola pestaña: “En aquel momento tocaba estar en el partido tal....”. La consecuencia era que yo tenía que recibir “lecciones de democracia” de tan experimentados jugadores de la política.

También los hay de los que te encuentras por la calle, da la mismo que haya sido en 1.979 que ahora en 2.009, que te atropella con improperios culpándote de la crisis, de los parados, del GAL, de ETA, o de cualquier cosa que suene en los medios de comunicación, sólo por que te conocen de tu afinidad al PSOE o a las ideas socialistas. Son los “tocapelotas” de siempre y muchos de ellos son trabajadores privilegiados de alguna empresa estatal o paraestatal o sencillos trabajadores cuya única convicción es ir al son que más suena. Incluyo también a los que siempre están contra el PSOE por afán de "superioridad", ser más "progre" que cualquier otro "progre" o ser de derechas por origen familiar o por pura convición, que también los hay. Lo gracioso resulta cuando instantes después de haberte vapuleado a gusto, no dudan en hacer la pelota al compañero concejal socialista o alcalde socialista.

Estos son pequeños ejemplos de situaciones a las que nos enfrentamos los que tenemos unas ideas socialistas y que, por lo general, no coincidimos siempre con las decisiones que toman nuestros compañeros con responsabilidades públicas, pero que debemos defender porque los hemos elegido y tienen derecho a equivocarse como cualquier ser humano en su quehacer diario, pero no así en los objetivos que compartimos por coherencia ideológica. Cuando nos presentan el balance final de un período de mandato se les sustituye o se les renueva la confianza en función de los resultados que se obtienen tras definir unos objetivos, al igual que ocurre con nuestros cargos públicos cuando se someten a la decisión de la ciudadanía. Así es como día a día lucha calladamente cualquier defensor convencido de que sus ideas son buenas para todos y desean compartirlas con los demás.

La labor de los anónimos afiliados y simpatizantes socialistas, que defienden a viento y marea el trabajo de sus compañeros de partido en las instituciones, a veces sin ninguna otra relación que compartir las mismas siglas, nunca será suficientemente reconocida. La gran diferencia está en que, independientemente de las acciones coyunturales que deban tomar nuestros representantes bajo las siglas del PSOE, los que creemos en la justicia social como objetivo mantenemos nuestro propio criterio y nuestras propias opiniones tanto dentro del Partido Socialista como fuera.

Desde la fundación en 1.879 del Partido Socialista, por Pablo Iglesias, la libertad de opinión y de expresión ha sido una constante en la organización socialista. Lo que sí hemos hecho también, y seguiremos haciéndolo, es apoyar de forma general la opinión y la actuación del sector que en cada momento y situación histórica sea la mayoritaria en el PSOE, sin renunciar a nuestras propias convicciones.

Que no nos confundan, somos socialistas porque queremos lo mejor para todos los ciudadanos, entre otras cosas, porque también somos ciudadanos y erramos y acertamos como cualquier persona.